Magnicidio: Mario Aburto no mató a Colosio

Opinión | julio 16, 2021 | 6:22 am.

El magnicidio ocurrido el 7 de julio de 2021 contra el presidente de Haití, Jovenel Moïse, y cometido por 28 sicarios que entraron a su residencia, fueron directo a su habitación y lo acribillaron con 12 balazos, dejando a la primera dama Martine Moise convaleciente, es un hecho único.

Los magnicidios contra presidentes de las repúblicas siempre han sucedido en la calle, en sitios abiertos. John F. Kennedy en una avenida de Dallas, Texas, Estados Unidos (1963); Rafael Leonidas Trujillo, República Dominicana (1961); Anastasio Somoza Debayle, Nicaragua (1980); Olof Palme, Estocolmo, Suecia (1986); Luis Carlos Galán, Colombia (1989), otros.

Estos hechos traen a mi memoria el magnicidio del candidato presidencial y seguro ganador Luis Donaldo Colosio en Tijuana, México, el 23 de marzo de 1994. Desde ese día, la política en México cambió y entró en un proceso de violencia que aún hoy no cesa. Mario Aburto fue preso y torturado desde el mismo momento del suceso, a su madre y sus hermanos se los llevaron preso esa misma noche y fueron amenazados de muerte. Su hermana fue violada. Aburto bajo coacción admitió los hechos y fue condenado a 45 años de cárcel.

Desde el primer momento los ojos miraron hacia el Palacio Presidencial, porque el discurso que días antes había dado Colosio en el Monumento a la Revolución, donde dijo que veía un México destruido, con hambre y con sed de justicia, había incomodado al presidente Carlos Salinas de Gortari, y a algunos colaboradores que no ocultaban sus deseos de sustituirlo y ponerse la banda presidencial.

La viuda Diana Laura Rojas señaló que a su esposo lo mató la cúpula del poder desde el gobierno. Nunca se demostró que Mario Aburto haya disparado, alegó su inocencia y jamás fue escuchado. Tiene 27 años pidiendo la revisión de su causa y que se reabra el juicio. Con él no se ha hecho justicia. Sus primeras declaraciones públicas fueron una confesión al periodista Jesús Lemus, que se encontraba en la misma cárcel preso por órdenes presidenciales. Ese día le dijo, “Yo no maté a Colosio”.

Yo también creo que Mario Aburto no es el asesino. Los autores intelectuales y beneficiarios de ese magnicidio no fueron tocados, y los autores materiales murieron todos. Ese juicio debe ser revisado.

El primer magnicidio en México

El candidato Colosio estaba en la recta final de la campaña presidencial. Ese fatídico 23 de marzo de 1994 hace el discurso de cierre en la colonia Lomas Taurinas, Tijuana, Baja California, México, ante una gran concentración de personas. Terminado el mitin el líder político baja de una tarima improvisada en la plataforma de un camión, se abre paso entre una multitud que lo aclama. Cuando ha caminado unos trece metros hacia la camioneta que lo espera, de pronto se acerca un hombre que burla el cerco de seguridad, desenfundó un revólver Taurus calibre 38 y a quemarropa dispara en el oído derecho del candidato. Un segundo disparo le da en el abdomen. Luis Donaldo se desploma, cae al suelo inconsciente con la cabeza bañada en sangre. Un grupo de la seguridad presidencial agarra a un hombre de unos 25 años, delgado, moreno, de pelo rizado y lo hacen preso como el autor de los disparos. Otro grupo lleva al político al hospital General de Tijuana, donde falleció a las 18 y 55 minutos.

La muerte de Luis Donaldo Colosio es considerada como el primer magnicidio cometido en México después del asesinato de Álvaro Obregón cometido el 17 de julio de 1928.

Salinas de Gortari: “Sólo hubo un asesino, un loco…que mató al candidato”

Al día siguiente se pronuncia el presidente de la república Carlos Salinas de Gortari. La versión gubernamental fue: “Sólo hubo un asesino, un loco solitario que mató al candidato que se habría convertido en presidente”.

Las versiones oficialistas en los medios coparon la primera página y tuvieron eco durante el juicio. Señalaron que era un asesino con personalidad borderline. Lo más cursi fue que hicieron un montaje de un supuesto manuscrito donde narra y confiesa el crimen, titulado “El Caballero Águila”, que fue encontrado en un baúl en el allanamiento y requisa que hicieron en su casa. Esa “prueba” se convirtió en el alfa y el omega de ese juicio.

Diana Laura, “El olvido es la única venganza y el único perdón”

Diana Laura Rioja estaba convencida que la muerte de su esposo fue por razones políticas y ordenada desde la cúpula del poder gubernamental. Por eso le solicitó al presidente Salinas de Gortari que nombrara un fiscal especial del Ministerio Público, para que investigara el caso. En los actos velatorios rendidos al líder político les dedicó unas palabras del poeta Jorge Luis Borges a los responsables del magnicidio de su esposo. “El olvido es la única venganza y el único perdón”.

El testimonio de un hombre inocente

El periodista Jesús Lemus Barajas se encontraba preso en la misma cárcel de máxima seguridad en Puente Grande, Jalisco, México, por una venganza que desde el poder ejecutó el Presidente de la República Felipe Calderón. Caminando en el patio del penal reconoció a Mario Aburto, lo abordó y con la acuciosidad periodística le hizo la pregunta que todos quisieran hacerle: “Oye, Mario, ¿fuiste tú el que mató a Colosio? La respuesta fue rápida y seca, “No”.

El periodista Lamus insiste: si no mataste a Colosio, ¿por qué te declaraste culpable? Mario Aburto responde, “…Tú debes saber que cuando te tienen en pleno interrogatorio, en plena tortura, lo que te digan que aceptes lo tienes que aceptar. Si te dicen que eres el diablo, pos eres el diablo y no hay otra opción”.

El prisionero continúa su relato “A mí comenzaron a torturarme desde que me llevaban en la camioneta a las instalaciones de la PGR en Tijuana. No recuerdo cuántas veces perdí el conocimiento en el trayecto. Me acuerdo escasamente cuando me tenían en el interrogatorio en Tijuana y luego en México, y siempre me decían lo mismo: que les dijera las causas por las que maté al licenciado Colosio. De nada servía que dijera que yo no era el que lo había matado porque parecía que se enfurecen más y terminaban por pegarme cada vez más fuerte. Por eso decidí ya no negar que lo había matado y terminé por aceptar que era el culpable del asesinato, esperando que terminará la tortura a la que me sometían”.

Mario Aburto asumió los hechos. Reconoció que él era el asesino único y material del licenciado Colosio, lo ratificó ante el juez y, nunca durante el juicio se retractó. Ha dicho que lo hizo para salvar a su familia, que siempre estuvieron amenazados de muerte.

Los casquillos percutidos se quedan en el tambor del revólver

El prisionero sostiene que la prueba principal por la que fue condenado a 45 años es un “casquillo que dicen las autoridades que recogieron en la escena del crimen. Si supuestamente yo tenía un revólver, que es con el que aseguran que maté al licenciado, ¿cómo es posible que haya un casquillo en el suelo? Si en un revólver los casquillos percutidos siempre quedan en el tambor. Si hay un casquillo en el suelo, alguien más dispara y, en consecuencia, la teoría del asesino solitario se viene abajo. Y también se viene abajo toda la culpa que me han echado. Y alguien más debería estar aquí, en mi lugar…”.

El juicio fue manipulado de comienzo a fin. Todas las pruebas periciales que se hicieron y las huellas dactilares fueron manipuladas, así quedó demostrado en el expediente pero no fueron valoradas. El expediente consta de 178 piezas, 1.261 declaraciones y 326 peritajes, muchas contradicciones y ninguna prueba pericial son concluyentes, sostienen Aburto y sus abogados. Aburto ha dicho “Basta con que se valore las pruebas que hay en el expediente, que se revisen con plena objetividad; con eso me daría por bien servido, porque estoy seguro de que luego de eso van a quedar en el aire muchas preguntas que apuntan a que yo no fui el que mató al licenciado Colosio”.

López Obrador, “cenó con Colosio dos noches antes de su muerte”

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, 25 años después del magnicidio de Donaldo Colosio ha dicho que cenó con el candidato Colosio dos noches antes de su muerte. Se comprometió a hacer justicia y que no quedará impune el asesinato.

“Se hará justicia en el caso de que se tratara de un crimen de Estado”. Ese crimen está rodeado de mucho misterio, el presunto asesino Mario Aburto Martínez, a pesar que se contradijo en sus distintas declaraciones en tribunales y a la prensa, hubo un denominador común siempre admitió ser el asesino de Luis Donaldo Colosio. Fue condenado a 45 años de cárcel, de cumplir su condena saldría en libertad el 23 de marzo de 2039, a la edad de 68 años. Su familia y su abogado han sostenido que Mario Aburto es inocente, que estaba chantajeado y lo amenazaron con matarle la familia, por eso todos se fueron de México y viven en Estados Unidos. A todos los presidentes les han pedido que revisen o reabran el caso Luis Donaldo Colosio, para que aparezcan los verdaderos culpables, ninguno respondió, le mandaron una comunicación a López Obrador y éste ha girado instrucciones para que se cumplan los pasos legales. El presidente AMLO está en deuda con la dama ciega, la justicia debe resplandecer.

El discurso en el Monumento de la Revolución selló su muerte.

Colosio tuvo un punto de ruptura con Salinas de Gortari. Ese 23 de marzo de 1994, en Lomas Taurinas el entonces candidato ratificó el discurso emotivo, seguramente inspirado en “Yo tengo un sueño” de Martin Luther King, donde habló sobre los excesos y los abusos que se cometen desde el poder, que días antes había dicho en el Monumento a la Revolución, uno de los sitios históricos más importante de México, ubicado en la plaza de la República, al señalar:

“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada…”…”sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas, al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos”. Numerosos analistas políticos afirman que el discurso que Colosio, leyó el domingo 6 de marzo en el Monumento de la Revolución, “significó un punto de ruptura de Colosio con Salinas de Gortari, como una suerte de separación padre – hijo; los más suspicaces dicen, que fue su sentencia de muerte”.

Colosio como candidato presidencial y futuro sucesor de Salinas de Gortari, en su mensaje habla “de un México agraviado y en crisis, con hambre, con profundas diferencias sociales, pero con la esperanza de transformaciones”. El candidato hablaba y se dirigía a un país distinto, tocaba temas álgidos que incomodaban, fueron muchas las presiones, inclusive se comenta que le solicitaron a Luis Donaldo Colosio que renunciara a la candidatura presidencial, hecho hasta ahora no comprobado. El candidato se puso incómodo y se salió del área de influencia. El discurso en el Monumento selló su muerte.

Un hijo de Sonora en El Palacio Nacional

El 10 de marzo de 1950, en Magdalena de Kino en Sonora, Tijuana, Baja California, México, vio los primeros rayos el sol Luis Donaldo Colosio Murrieta, hijo de don Luis Colosio Fernández y doña Armida Ofelia Murrieta García de Colosio. Fue el mayor de seis hermanos: Martha, Marcela, Laura Elena y Claudia. Académicamente fue un hombre formado y estudioso, en 1972 se graduó como licenciado en Economía en la Universidad de Monterrey. En 1976 hizo una Maestría en Desarrollo Rural y Economía Urbana en la Universidad de Pensilvania. En 1979, realizó estudios de investigación en Luxemburgo y Austria. En 1980 se desempeña como profesor universitario en la Universidad Autónoma de México y en la Universidad de Anáhuac, aquí conoce a Diana Laura Rioja, la abnegada mujer que lo acompañó por el resto de sus días, contrajeron matrimonio en 1982, tuvieron dos hijos, Luis Donaldo (1985) abogado y diputado, y Mariana (1993) está en la Universidad de Monterrey.

Comienza su carrera política en 1968 cuando se incorpora al Partido Revolucionario Institucional (PRI). En 1985 es elegido diputado por el estado de Sonora; en 1988 es elegido senador, y dirige la campaña electoral que llevó a la presidencia de México a Carlos Salinas de Gortari. En 1991 fue elegido presidente nacional del PRI hasta 1992. Ese año fue nombrado ministro de Desarrollo Social por el presidente Salinas de Gortari. El 28 de noviembre de 1993 fue postulado por Salinas de Gortari y el PRI como el abanderado presidencial para ocupar la silla de El Palacio Nacional.

Ese día fueron dos los muertos

El homicidio más emblemático que ha tenido el país azteca 27 años después sigue envuelto en un manto de dudas, el presidente Salinas de Gortari y su hermano, el comisionado para la paz Camacho. Ese día fueron dos los muertos. Le cegaron la vida a un dirigente político joven y prometedor que estaba haciendo propuestas renovadoras que atentaban contra el status quo, una mafia enquistada en el poder decidió sacarlo del camino; el otro es un muerto en vida que paga 45 años de presidio por un crimen que no cometió.

El día del magnicidio de Colosio, el padre de Mario, supuesto asesino, el señor Rubén Aburto, quien trabajaba en una fábrica de madera en Estados Unidos a donde había emigrado unos años antes, al prender el televisor escuchó su apellido y vio a su hijo sangrando que lo llevaba arrastrado una multitud.

En ese mismo momento en la colonia Buenos Aires, una barriada pobre de Tijuana, Baja California, México, vivía doña María Luisa, la madre de Mario Aburto, con sus otros tres hijos: José Luis de veinte años, Elizabeth de diecisiete años y Karina de diez años, al prender el televisor se sorprenden al ver su hijo herido, sangrando. Ese día del asesinato cerca de la media noche doña María Luisa con toda su familia son arrestadas y llevados a la Procuraduría General de la República (PGR), los sabuesos desmantelaron la casa, se llevaron todo y un famoso baúl de madera que contenía las supuestas pruebas para sentenciar a Mario Aburto

El día de hoy Mario Aburto debe haber sido trasladado desde el penal número 12 de Guanajuato al Centro de Readaptación Social “El Hongo”, en Baja California, que es el penal mexicano más cercano a donde vive su familia en Estados Unidos. Sobre este caso Netflix hizo una serie.

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