Trabajo

Opinión | junio 9, 2021 | 6:20 am.

Sí, llegó el momento de trabajar. Ya basta de quedarnos estancados en el debate político, de esperar que «las cosas cambien», debemos activarnos y seguir.

Si usted piensa que debe esperar que todo mejore para invertir, nunca lo hará.

Si usted espera que la «cosa cambie» para formar un hogar y tener hijos, entonces se quedará solo.

Si usted cree que todo se solucionará sin mover un dedo, que su calidad de vida mejorará por arte de magia, que saldrá un salvador que enrumbará el asunto político y solventará la realidad económica, entonces – lamento que sea yo quien se lo diga – usted vive un triste sueño.

No podemos seguir enfrascados en soluciones mágicas; esperando que todo mejorará en un abrir y cerrar de ojos, pues esto no pasará así, ni siquiera si cambia el sistema de gobierno. La crisis venezolana es tan profunda que no hay medida que por sí sola acomode todo.

La solución del problema nacional y de su problema particular es el trabajo. Sí, solo trabajando podemos salir hacia adelante, y como dice el refrán popular «ningún mar tranquilo hizo a un marinero experto», debemos cruzar la tormenta para apreciar la calma; debemos superar los obstáculos para poder saborear el éxito. Así de sencillo.

La orden es: ¡Trabajar! ¡Trabajar! ¡Trabajar! No podemos seguir paralizados, el mundo cambia y nosotros nos estamos quedando atrás. A pesar de todos los problemas sociales, económicos y financieros Venezuela aún brinda caminos alternos para prosperar.

Y sí, la situación venezolana cambia de acuerdo con la región donde se viva. No es lo mismo invertir y salir adelante en Caracas que en Maracay, Barquisimeto o en la mismísima Valencia, pues estas últimas ciudades están más agobiadas y más asfixiadas.

No es lo mismo la zona norte de Anzoátegui (Barcelona, Puerto La Cruz, Lechería) que Cumaná, Maturín o Porlamar. En el oriente, Anzoátegui sigue siendo un oasis donde aún se puede trabajar, sacarle provecho a la labor y obtener ganancias, y eso lo vemos hasta en el Mercado Municipal donde el flujo de divisas es sorprendente y arrollador.

No obstante, las oportunidades no siempre se presentan solas sino que se deben conquistar con esfuerzo, con dedicación y muchísimas veces con sacrificio. Es decir, depende de nuestra acción, de nuestra determinación, de nuestro empuje la materialización de nuestras metas en la vida, éstas no depende de las circunstancias, sino de nuestras acciones.

Vamos a trabajar; vamos a superar los problema. Allá afuera hay una sociedad que no se rinde; allá afuera hay oportunidades que esperan por nosotros. No aguardemos mejores condiciones, porque – tal vez – éstas nunca llegarán así por así; vamos a construir nosotros mismos esas condiciones.

Trabajemos por nuestro futuro; trabajemos por nuestras familias; trabajemos por nuestra felicidad. No dejemos que factores externos nos paralicen, no dejemos que la vida nos robe los sueños.

Y, no piensen, que los estoy invitando a ser pasivos en temas políticos, no. Sino que mi llamado es que no centren todas sus metas y esperanzas en cambios políticos que pudiera tardar, y que muchas veces no dependen de sus propios esfuerzos, por más que lo intenten; en cambio, su bienestar, a través del trabajo, si dependerá de su esfuerzo, de su capacidad de acción, de su innovación y de su inteligencia a la hora de convertir ese trabajo en dinero.

Venezuela no debe ser solo un país político, como hasta ahora, Venezuela debe ser el país del trabajo.