Reflexiones de mañana

Opinión | abril 28, 2021 | 6:24 am.

Uno de los repetidos temas de discusión en estos días se refiere al desplazamiento de los hidrocarburos por las energías renovables. Algunos dicen que pronto el petróleo desaparecerá del mapa como combustible y será sustituido por energía solar, eólica y otras. Muchos admiten que efectivamente el mundo irá utilizando las fuentes de energía “limpias” pero que aún faltan algunos años para que eso ocurra y que el petróleo se seguirá utilizando en importantes cantidades.

Lo que si no hay duda es que ya varios países, empresas e instituciones, le hacen la vida difícil a los productores y refinadores de petróleo relacionándolos con la contaminación por CO2 y su “huella de carbón” pareciendo olvidar que toda la vida en el planeta está basada en la química del carbón y que sin ese gas “horrible” todas las plantas se morirían en pocas horas.

Este tema lo podríamos asociar con el uso comercial de la electricidad en el planeta, que representó un cambio extraordinario y de aceptación masiva. De la misma forma el internet fue abrazado a escala mundial como un cambio tecnológico fundamental pues democratizó el conocimiento y los sistemas móviles de comunicación han sido otro suceso de aceptación casi inmediata en el planeta.

El reemplazo del petróleo por nuevas fuentes de energía no es un cambio tecnológico de vanguardia como los mencionados, sino que responde, principalmente, al deseo de resolver el aparente daño que el exceso de CO2 causa al planeta. Esto es una gran diferencia. No estamos frente a un suceso de mejora tecnológica extraordinaria sino frente al deseo de cambiar a otras tecnologías que ya existían, y, como ya existían, afloran los problemas que explican por qué no han sido utilizadas masivamente antes. Todos estamos de acuerdo en usar energía solar pues contamina menos, pero cuando nos dicen que tenerla en el hogar nos cuesta alrededor de 30 mil dólares en equipos y baterías, empezamos a pensarlo.

Un cambio real tecnológico fuerte en materia energética sería tener reactores de fusión (no fisión) nuclear con energía prácticamente ilimitada y segura. Ese día si podríamos hacerle el R.I.P. al petróleo, pero por ahora su fin parece más bien muy lejano.

Esta realidad dentro del mundo de la tecnología tiene su paralelo en otro escenario muy distinto como lo es la actuación política mundial. En efecto, la historia de la humanidad está preñada de guerras como la forma usual de resolver los conflictos. La guerra es el equivalente a los cambios tecnológicos mayores pues, cuando termina, generalmente hay un vencedor y un perdedor y se puede producir un enorme cambio.

Ocurre que en el mundo moderno las cosas de guerra han evolucionado y ahora se aplican nuevas tácticas, menos ruidosas, para derrotar al enemigo, evitando grandes confrontaciones con millones de muertos. Este caso sucede a nivel mundial y por supuesto también ocurre en Venezuela y siguiendo nuestro paralelismo con los cambios tecnológicos, aquí tampoco existe el invento o evento transcendental que modifica todo rápidamente. Pero si existe el empeño de ganar la guerra a través de avances lentos y progresivos y requerirá de mucho más tiempo.

A nivel mundial, es claro el conflicto entre los residuos comunistas (Rusia, China, Cuba, Corea N, Cuba y otros) y sus nuevos aliados islámicos (Irán, Siria y otros) en contra de la civilización occidental judeo cristiana que representan Europa, América y otros.

El caso venezolano es también un escenario de este nuevo tipo de guerra. La presencia progresiva de representantes del “equipo rojo” (FARC, ELN, cubanos, Hezbolá, rusos) no es casual. Una base de guerra se prepara en Venezuela con fines de expansión y, sin lugar a dudas, hacia Colombia como próximo objetivo y además, falsa pero astutamente, saborizadas con las ideas de Bolívar sobre formar la Gran Colombia.

El equipo rojo quiere dominar al planeta, y Europa y Estados Unidos y su poderío militar es lo único que se lo impide, de manera que el avanzar en posiciones geográficas, infiltrarse para tomar parcelas de poder, influenciar y crear matrices de opinión y materializar conflictos desestabilizadores dentro de los mismos países es la alternativa a la guerra convencional que saben no ganarían.

Evidentemente lo que está sucediendo en Venezuela es conocido y de clara visión para Colombia y Estados Unidos quienes hasta ahora han actuado también con tácticas de nuevo cuño evitando la confrontación directa tradicional, pero todo tiene su llegadero y no sería de extrañar una escalada para frenar la expansión.

Veremos. Todo lo que podamos hacer como grupo y como individuos no solo ayudará a Venezuela sino a todo el continente.

[email protected]