Desigualdad, el combustible de la izquierda

Opinión | febrero 13, 2021 | 6:24 am.

El debate entre “derecha” e “izquierda” sigue estando presente en América Latina, a pesar de ser fundamentalmente ideológico, y algo anacrónico, la realidad es que sigue permeando los debates en todos los niveles. La razón de su atractivo en el terreno político es que simplifica un conjunto de elementos económicos y sociales, creando dos extremos fáciles de diferenciar para la mayoría. Más allá de las precisiones teóricas, cualquier análisis político (¿y económico?) en América Latina debe tomar en cuenta estas etiquetas, a pesar de que en el paraguas de cada una caben puntos de vista muy diferentes, algunos que incluso llegan a ser contradictorios.

Más allá de las precisiones conceptuales, ¿por qué la izquierda sigue siendo una fuerza importante en la región? Con el riesgo de simplificar, una de las principales razones es la desigualdad. En agregado, América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo. Si bien en África hay países con mayor desigualdad que en Latinoamérica, como región tiene menor desigualdad. Un argumento en torno a este hecho pudiera ser apelar a la creencia que en el continente africano como “todos son pobres” hay menos desigualdad, argumento que cabría explorar en otro espacio. Pero el hecho concreto es que los latinoamericanos se enfrentan a mayores niveles de desigualdad, y eso tiene efectos psicológicos.

Un aspecto importante de la desigualdad es el efecto psicológico que genera, además de los elementos materiales asociados a la pobreza como tal. Para una persona mejorar sus condiciones materiales es algo deseable y positivo, sin embargo, cuando percibe que otros están mejorando más rápido o que los que ya estaban bien siguen distanciándose entonces se crea una sensación de injusticia que se traduce en descontento, y eventualmente en protestas y, en el plano de la política, en un mayor acercamiento hacia los discursos de “izquierda”. No hay que olvidar que en términos generales los discursos de “izquierda” suelen resaltar la importancia de la igualdad (como respuesta a la desigualdad, muchas veces evidente).

La paradoja en el caso latinoamericano es que, si bien es la región con mayor desigualdad del mundo, fue también la que en general tuvo la mayor mejora en los niveles de igualdad en los últimos años. Ciertamente es más fácil mejorar desde las peores posiciones que desde las mejores; sin embargo, esto no debe restar mérito al hecho concreto que en agregado la región mejoró. Por ejemplo, Ecuador tenía un índice Gini de 0,57 para el año 1999, y en el 2017 este era de 0,43; Bolivia también tuvo una mejora significativa (0.56 en 1999, a 0,42 en el 2017). En la región, los países con menores mejoras fueron Brasil, Colombia y México (aproximadamente cada uno mejoró 6 puntos).

En América Latina se conjugan dos factores en torno a la desigualdad, por un lado, es la región más desigual del mundo, pero por otro lado en general los países han logrado ir mejorando esta situación. Es importante recordar que muchas de estas mejoras se dieron en torno a dos fenómenos, en primer lugar, el boom de las materias primas, lo que les dio a estos países unos ingresos extraordinarios importantes. El segundo factor, es que en la mayoría de estos países predominaba un gobierno de “izquierda”. En este sentido, más allá de los factores económicos, en el imaginario colectivo de la región (con las particularidades de cada país) la disminución de la desigualdad se vincula con gobiernos de “izquierda”.

Con el fin del boom de las materias primas, agravado por la crisis económica producto del Covid-19, los países de la región han tenido que enfrentarse a economías en desaceleración (o contracción) y mayores demandas sociales. Como es de esperar, esta combinación limita la posibilidad de dar respuestas suficientes, con la inevitable consecuencia de tensiones sociales. En este contexto, la respuesta natural es mirar hacia el discurso que despierte mayores esperanzas en torno a las posibilidades de salir de la pobreza, y de disminuir la desigualdad. Ese discurso lo sabe ofrecer mejor la “izquierda”, aunque muchas veces sea la “derecha” la que realmente coloca las bases materiales necesarias.

Twitter: @lombardidiego