Collage cuadragésimo sobre Rómulo Betancourt

Opinión | noviembre 24, 2020 | 6:24 am.

Gobierno Constitucional 1959-1964 –II-)

Antes de iniciar el análisis del Gobierno de Rómulo Betancourt durante el período constitucional 1959-1964 procede recordar que en esos cinco años de su mandato enfrentó y venció más de 20 conspiraciones militares, y sufrió un atentado personal -el más grave y sofisticado de los diecisiete que tuvo en el transcurso de su vida política- planeado y ejecutado con el apoyo del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo.

Enfrentó y venció las guerrillas urbana y rural que contaban con el apoyo de la dictadura cubana de Fidel Castro; heredó y encontró una situación de recesión económica y de escasez fiscal, que obligó a tomar medidas impopulares, como el control de cambio, la devaluación del bolívar, el aumento de la carga impositiva y la rebaja del 10% en los sueldos y salarios de los empleados públicos ( con las medidas escogió un riesgo, antes que emitir dinero inorgánico); agitación social con ocurrencia de graves trastornos del orden público que requerían intermitentes suspensiones de algunas garantías constitucionales.

Procede recordar, digo, que –contra todos los pronósticos, y hado de la suerte aparte- fue “una hazaña casi imposible” que, en tales condiciones, haya logrado la supervivencia de las instituciones democráticas, como lo aprecia el gran politólogo y director del Instituto de Estudios Políticos de la UCV, Juan Carlos Rey, al sostener: “El mantenimiento y consolidación de una democracia representativa, en un país en condiciones como las que había en Venezuela hacia 1958, fue una verdadera hazaña para la que se necesitaban raras cualidades, no sólo de liderazgo, valor y honradez sino de sabiduría y prudencia política. Gracias a esa mezcla de cualidades excepcionales, Betancourt pudo culminar con éxito tal tarea. La democracia representativa pudo mantenerse y consolidarse durante ese difícil período, no solo por el valor y habilidad con que el Presidente supo hacer frente a la subversión armada, sin que le temblara la mano (y utilizo aquí una de las expresiones características de Betancourt), sino porque también fue capaz de negociar, buscando y consiguiendo el consenso de quienes desconfiaban al principio del nuevo gobierno, y que terminaron aceptándolo” (1).

Las Cámaras Legislativas Nacionales elegidas el 7 de diciembre de 1958 se instalaron el 19 de enero de 1959, y fijaron el día 13 de febrero para la toma de posesión del Presidente Electo Rómulo Betancourt. Asisten delegaciones de 41 países. Presentes estaban los ex-candidatos presidenciales: de Estados Unidos, Tom Dewey; Frei Montalva y Salvador Allende, de Chile: y José Figueres, de Costa Rica; y el Ministro de Estado de Francia, Jacquinot.

Después de la juramentación, el Presidente Betancourt pronuncia un discurso en el que, al referirse a la dictadura perezjimenista, dice que “durante esa década las cárceles de Venezuela y los países hospitalarios con el exilado político, estuvieron poblados por millares de venezolanos leales a lo que es entrañable e irrenunciable para la Nación: la pasión de libertad” (2). Evoca “la imperecedera presencia inmaterial” de los que murieron en la resistencia clandestina; y hace un reconocimiento de la gestión cumplida por la Junta de Gobierno que presidieron Wolfgang Larrazábal y Edgar Sanabria.

Sobre el Pacto tripartito del 31 de octubre de 1958, conocido como el Pacto de Punto Fijo, señaló: “Así como en los días de la gran revolución francesa la gente deponía sus discordias ante las contraofensivas monárquicas de los coaligados de Coblenza al grito de ‘Unión sagrada: la Patria está en peligro’, así los venezolanos sellamos un pacto de unidad nacional, escrito en la conciencia de todos, para preservar la libertad recién recobrada” (3).

Mediante ese Pacto, los partidos AD, COPEI y URD se comprometieron a “la defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral” (4); a la formación de un “Gobierno de Unidad Nacional” (5); al sostenimiento de un “Programa Mínimo Común” (6), que se considerará un anexo del Pacto. El 6 de diciembre, un día antes de los comicios, los tres candidatos presidenciales, Betancourt, Larrazábal y Caldera, suscribieron una Declaración de Principios y ese Programa Mínimo Común.

En relación al Partido Comunista y su exclusión del Pacto tripartito del 31 de octubre de 1958, el Presidente Betancourt dijo en su discurso inaugural: “De ese Pacto fue excluido el Partido Comunista, por decisión razonada de las organizaciones que lo firmaron. En el transcurso de mi campaña electoral fuí explícito en el sentido de que no consultaría al Partido Comunista para la integración del Gobierno y en el que, respetando el derecho de ese partido a actuar como colectividad organizada en el país, miembros suyos no serían llamados por mí para desempeñar cargos administrativos en los cuales se influyera sobre los rumbos de la política nacional e internacional de Venezuela. Esta posición es bien conocida de los venezolanos; y la fundamentaron los tres grandes partidos nacionales en el hecho de que la filosofía política comunista no se compagina con la estructura democrática del Estado venezolano, ni el enjuiciamiento por ese partido de la política internacional que deba seguir Venezuela, concuerda con los mejores intereses del país” (7).

Sobre la coyuntura económica encontrada, afirmó Betancourt: “El país fue dejado por la dictadura al borde de la bancarrota. Las deudas impagadas suman cantidades cuya magnitud aún no ha sido precisada cabalmente, y ello indujo al gobierno saliente a contratar un crédito con Bancos del exterior, que excede de los seiscientos millones de bolívares, y que sería utilizado por el Gobierno Constitucional si así lo creyera conveniente…ya parece evidente que los compromisos vencibles para el ejercicio fiscal 1959-1960 excederán de los quinientos millones de bolívares… es un hecho indiscutible el que no encontraremos, por la política hacendaria de despilfarrar lo que no desfalcaron, practicada por los hombres de la dictadura, un erario público en condiciones de abundancia, sino de estrechez… Ello reclamará del Gobierno constitucional, para equilibrar las finanzas del Estado, y para señalarle una tónica nueva al país, una política de austeridad.

El nuevorriquismo derrochador desaparecerá de las costumbres oficiales. Lo ornamental y suntuario en las obras públicas será radicalmente eliminado. Y junto con todo ello, con mano firme, sin temblor en el pulso ni vacilación en la empresa moralizadora, se castigará sin contemplaciones los delitos del peculado, del tráfico de influencias, del porcentaje corruptor, del favoritismo rentable para quienes lo practican en las colocaciones de compras por los organismos oficiales o en el otorgamiento de contratos a empresas particulares.

De inmediato se pondrá en plena vigencia la Ley de Enriquecimiento Ilícito de Funcionarios Públicos (8). En relación a la transformación de la economía monoproductora del país, expresó: “Sonó la hora, sonó hace mucho tiempo, de que el país encare la necesidad de diversificar y de venezolanizar su producción. Estamos pendiendo prácticamente, como Nación y como Estado, de un solo hilo: el petróleo. La mayor parte del producido en dólares de lo que corresponde a Venezuela en la riqueza del subsuelo petrolífero, se transforma en mercancías importadas del exterior, y aun en bienes de consumo fácilmente producibles en el país. No pueden caber dudas de que las inversiones reproductivas que se hagan a través de la Corporación Venezolana de Fomento, del Banco Industrial y del Banco Agrícola y Pecuario, se encuentran entre aquellas reclamadoras de inmediata atención por parte del Estado.

El desarrollo armónico de la producción agrícola, ganadera e industrial, permitirá al país diversificar su actual fisonomía típicamente monoproductora y afrontar sin zozobras la hora, que inevitablemente llegará, en que se agoten los reservorios del aceite mineral. Dentro de esa política de desarrollo económico parece lo más indicado, y así lo hará de inmediato el Gobierno que presidiré, la iniciación de conversaciones de Cancillería con el Gobierno amigo de los Estados Unidos de América, para revisar, por mutuo acuerdo, el Tratado Comercial vigente entre ambos países.

De igual modo se procurará arbitrar las fórmulas que hagan coincidir las medidas de proteccionismo arancelario a la industria nacional y el compromiso que no eludirá el Gobierno de preferir en sus compras lo nacional a lo importado, con la defensa de los intereses del consumidor, el cual pide calidades aceptables a los productos criollos y que los precios de éstos no sean lesionadores de su débil y quebrantada capacidad de compra” (9).

En cuanto a las industrias básicas, manifestó: “El desarrollo económico nacional reclama la realización de bien estructurados programas, algunos bajo control estatal, como los de la Petroquímica y la Siderúrgica; o mixtos, como el de la gran cuenca guayanesa, que por la confluencia de la energía eléctrica del Caroní, de las reservas ferrosas prácticamente inagotables, de amplias extensiones territoriales colonizables, de la siderúrgica nacional en marcha, del Orinoco como vía fluvial fácil para el tráfico transoceánico, hacen de ese proyecto uno de los más tentadores para quienes ambicionamos contribuir a la creación de una Venezuela grande, próspera y feliz” (10).

En lo que respecta a la infraestructura que se necesita para el desarrollo de la producción nacional, precisó: “Pero es que también faltan carreteras de penetración, complemento de las troncales ya hechas; y electrificación, más acelerada; y una red de puertos y aeropuertos; y un sistema de telecomunicaciones” (11).

Igualmente, el Presidente Betancourt se extiende en consideraciones sobre la educación, la salud, la construcción de acueductos y cloacas, el desempleo generalizado que alcanza una impresionante cifra, el bajo promedio del salario-día de una vasta porción del pueblo venezolano, y las condiciones infrahumanas en que en setecientos mil ranchos vive la población campesina. Considera que el Seguro Social Obligatorio, que apenas cubre los riesgos de enfermedad y accidentes de trabajo, es imprescindible que extienda su cobertura a los riesgos de invalidez, ancianidad, muerte y subsidio familiar por el número de hijos. En síntesis, decididamente plantea una política concertada dirigida hacia la parte menos favorecida en la distribución de la renta nacional.
Sobre política nacional: “…El Gobierno será respetuoso de las libertades públicas y garantizará su ejercicio…con la sola restricción de las que establecen las Leyes de la República para quienes irrespeten las instituciones que el pueblo libremente se dio o que pretendan al amparo de las libertades, promover subversiones o motines” (12).

En materia de política internacional: “Apoyaremos a las Naciones Unidas y a la Organización de los Estados Americanos y respetaremos y cumpliremos los pactos internacionales suscritos por las naciones que lo integran. Solicitaremos cooperación de otros gobiernos democráticos de América para pedir, unidos, que la Organización de Estados Americanos excluya de su seno a los gobiernos dictatoriales…regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranicen con respaldo de policías políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante acción pacífica colectiva de la comunidad jurídica interamericana” (13). Con respecto a Estados Unidos, se mantendrán relaciones en un plano diferente de la sumisión colonialista y del desplante provocador” (14).

En cuanto a las relaciones con los países de la región, con quienes nos unen vínculos de tradición e historia: “Se enfocarán las posibilidades de concertación con otros países latinoamericanos de acuerdos subregionales en materia económica y cultural” (15).

En materia religiosa: “Se continuará el tradicional sistema, en materia religiosa, de libertad de cultos, afincado en sólidas tradiciones… Personalmente creo que ha llegado la hora de que se inicien conversaciones con la Santa Sede para presentarle al Congreso de la República fórmulas que permitan, si éste lo considera conveniente, la sustitución de los inoperantes cartabones contenidos en la Ley de Patronato Eclesiástico, legislación perteciente casi a la prehistoria de nuestro Derecho Público, por las normas más flexibles de un moderno modus vivendi entre las partes contratantes” (16).

Sobre las Fuerzas Armadas: “He tenido ya amplio contacto, en mi condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Amadas que conlleva el cargo de Presidente de la República, con oficiales, suboficiales, clases y soldados de la Infantería, la Aviación, la Marina y las Fuerzas Armadas de Cooperación. He podido apreciar que en los venezolanos dedicados al servicio de la patria en la institución castrense, prevalece un afán de superación, de estudio, de trabajo, dentro de un concepto de profesionalización y apoliticismo de la Institución” (17).

Sobre el Pacto de Punto Fijo, Rafael Caldera tiene este criterio: “Puedo asegurar, en conciencia, la rectitud de intencion que nos llevó a la celebración de este acuerdo. Su mérito principal estuvo en haberse cumplido; porque cien años atrás, en 1957, se había hecho un pacto parecido por los actores de la Revolución de Marzo que derrocó al General José Tadeo Monagas, pero la diferencia estuvo en que aquél no se cumplió lealmente y al poco tiempo las desavenencias y los desencuentros produjeron la crisis que abrió el espacio histórico para la Guerra Federal. El de 1958 sí se cumplió en lo fundamental” (18).
El discurso de toma de posesión del Presidente Betancourt, que hemos glosado, fijó las orientaciones fundamentales del gobierno de coalición pactado para el período constitucional 1959-1964.

En los próximos Collages, lo veremos ya en acción.

Notas:

1-Juan Carlos Rey. Presentación. Antología Política. Volumen VII 1959-1964. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas, Venezuela. 2007. Pág. 8 y 11.

2-Publicaciones de la Presidencia de la República. Documentos que Hicieron Historia. Tomo II. Pág. 457.

3-Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 460.

4,5 y 6- Rafael Caldera. “De Carabobo a Puntofijo. Los Causahabientes”. Libros Marcados. Cuarta edición: marzo de 2008. Pág. 123 -124.

7- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 465.

8- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 466-467.

9- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 468.

10- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 468-469.

11- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 469.

12- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 472.

13- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 472.

14- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 473.

15- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 473.

16- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Pág. 474-475.

17- Publicaciones de la Presidencia de la República. Obra citada. Ppág. 475.

18- Rafael Caldera. Obra citada. Pág. 128.

Notas de temas actuales

1- Derechos humanos y crisis migratoria

La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, actualizó, ante el Consejo de DDHH, el pasado 25 de septiembre, su Informe sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela. Allí señaló que, desde enero hasta el mes de agosto de este año 2020, habían ocurrido más de 2.000 muertes en los llamados operativos de seguridad.

Para reforzar la represión aplicada por los cuerpos regulares de seguridad, Nicolás Maduro creó el 13 de julio de 2015 la OLP (Organización para la Liberación del Pueblo), cuyo supuesto objetivo era el de “apretar al máximo el castigo de todos los crímenes”. En realidad, resultó ser un abrir de compuertas a una delincuencial arbitrariedad para cometer desapariciones y asesinatos. Posteriormente, en el año 2016, Nicolás Maduro sustituyó la OLP con la creación de las llamadas Fuerzas de Acciones Especiales, FAES, que también se propondría “combatir la inseguridad”. En verdad, se trata de “grupos de exterminio”, de “escuadrones de la muerte”.

En reciente entrevista por VTV, el Fiscal oficialista Tarek William Saab hizo una sorprendente declaración como para dejar estupefacto a cualquier ciudadano: “Yo no sé qué es lo que pasa con el FAES. No puede ser que hoy recibamos dos denuncias de secuestro. Una, un productor agropecuario en Zulia. Comenzaron a cavar una fosa. Nombramos un Fiscal Nacional para investigar eso. Tuvo que intervenir la policía municipal, y hubo un enfrentamiento entre el FAES que tenía las caras tapadas, y los policías municipales, que estaban al descubierto. Allí hay una investigación, y va a haber presos”. Parece que el Fiscal estaba en Babia y ahora es que se viene a dar cuenta de lo que “pasa” en cuestiones que le atañen.

Los delitos que se perpetran en Venezuela por parte del régimen de Nicolás Maduro no son de poca monta ni de débil rango; es por eso que la Fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, haya dicho que “existen fundamentos razonables para creer que en Venezuela han ocurrido crímenes de competencia de la CPI”, es decir, crímenes de lesa humanidad. Y el Informe del presente año 2020 de Freedom House -una organización que se ocupa de la defensa de los derechos humanos- en el que se hizo una investigación en 195 países sobre la situación de los derechos políticos y las libertades civiles, le asigna a Venezuela, en una escala de calificación del 1 al 7, la calificación 7, que la propia Freedom House describe en estos términos: “Los países y territorios con una calificación de 7 tienen pocos o ningún derecho político debido a la severa opresión del gobierno”.

Venezuela sufre una de las dictaduras más perversas de los últimos tiempos. Es un país que se desangra porque su capital humano se le está escapando a través de la diáspora. Creo que, al estar cerca de los 6 millones de personas que se han ido, Venezuela está destronando –si es que no la ha hecho ya- a Siria (que está en guerra) del inenvidiable sitial del país con la mayor crisis migratoria.

2-La tragedia económica

A estas alturas del año, Venezuela tiene una inflación acumulada de 1.798,57%; la moneda nacional que está en trance de esperar exequias, el bolívar, ya no cumple las tres funciones del dinero, que son servir de medio de pago, de medio para acumular valor, y como unidad de cuenta (como unidad de cuenta, muchas veces la cifra que hay que registrar no cabe en la calculadora); una contracción económica (caída del PIB) acumulada de 81,2% en los 7 años del régimen de Maduro; la tasa de cambio, cuando escribo estas líneas (23-11-2020), registró, al abrir la jornada, el precio del dólar en el mercado paralelo en 950.259,63 bolívares, y, con el aumento de la liquidez monetaria que hay en los días navideños, seguramente se habrá disparado al cielo –o al infierno- al cierre del año; el desempleo ha trepado a la cifra alarmante del 54,4%; el 79,3% de la población vive en pobreza extrema y el 96,2% en pobreza por ingresos (ENCOVI); el 30% de los niños tiene desnutrición crónica, según el indicador talla-edad, que dejará secuelas irreversibles en el curso de los años, una situación que “se ha vuelto insostenible”, al decir de la conocida nutricionista Susana Raffali.

La tragedia de la economía nacional es reflejo de la tragedia de su industria petrolera, gerenciada por Pdvsa, hoy en proceso destrucción, después de haber sido la segunda mayor empresa petrolera del mundo, cuyas ventas le generaban al país alrededor de 35.000 millones de dólares, a pesar de que el precio del barril era de unos 12 dólares. La sola capacidad de refinación interna de Pdvsa (sin incluir las refinerías en otros países, de las cuales Venezuela era propietaria total o parcialmente) era de 1,3 millones de barriles diarios, que daba para abastecer el mercado interno y tener un excedente para la exportación. ¡Ahora lo que tenemos, para vergüenza de lo que fue un petroestado (hoy somos un productor marginal de petróleo, de poco más de 300.000 barriles diarios), son kilométricas colas en las estaciones de gasolina y la espera transoceánica del auxilo que nos trae unos tanqueros iraníes!

Gustavo Coronel, que sabe de petróleo, escribió en artículo reciente que “los verdaderos nudos críticos que han arruinado a PDVSA son tres: (1), una falta de inversiones y de mantenimiento, porque se le ha quitado el dinero a la empresa para hacer política populista; (2), una carencia de gerencia profesional y honesta; (3), una ausencia de políticas adecuadas para hacer de la empresa un centro de rentabilidad y no una caja chica del régimen o una empresa “social”, en lugar de atender a su actividad medular”.

¿Es que no hay manera de parar la destrucción de la nación?