Los bueyes detrás de la carreta

Opinión | octubre 26, 2020 | 6:21 am.

Las protestas populares reaparecen con ímpetu en Venezuela, y, como dije en un artículo anterior, son espontáneas y sus causas obedecen a exigencias de la vida personal y social. Son susceptibles de ser politizadas, puesto que tienen por contexto al régimen que genera tantos males. Por ello, se prestan a las tentativas de partidización de los que las desean manipulables para objetivos meramente tácticos.

Sin embargo, ha surgido un fenómeno extremadamente curioso al oeste de la ciudad de Caracas. La urbanización El Paraíso, específicamente, padece de la frecuente violencia ejercida por las bandas hamponiles de la Cota 905, ya sea entre sí, o en combate contra las fuerzas de seguridad del régimen las cuales, en más de una oportunidad, se han tenido que replegar, y hasta acordar una tregua para poder sobrevivir a esos feroces ataques. No hay paz ni tranquilidad en esos predios.

El caso está en que los vecinos de los edificios y casas de la mencionada urbanización no sólo temen por la violencia de la zona, sino también por las invasiones que pueden ocurrir en terrenos que forman parte de el parque nacional El Pinar. Las bandas ya han tomado la Avenida Páez como el escenario de su inconformidad tan bulliciosa. Han llegado a tal punto los desmanes que la localidad siente que su legalidad no está en el Estado, sino en el hampa  que allí gobierna: los bueyes detrás de la carreta. Los ciudadanos no le piden a las autoridades policiales poner orden en la localidad, sino que le reclaman al “Coqui”, al parecer, jefe de las bandas dominantes de la 905, para que les ayude a resolver el problema.

Además de lo peligroso, vergonzoso, desconcertante y triste de reconocer la autoridad del capo de la zona, este hecho insólito ocurre en el seno de una clase media desmejorada, cuya minoría se atreve a expresarse sin que nadie, públicamente, la cuestione. Me refiero a los extremos inauditos de la anomia social que demuestra el proceso de descomposición de la sociedad que ha ocasionado el socialismo del siglo XXI. Así vemos que ni el gobierno usurpador ni la oposición interina dicen algo al respecto a un fenómeno antes impensable que, abiertamente, circula por las redes sociales.

De manera pronta, el gobierno interino debe cambiar esta situación, que parece muy puntual para los afectados, Cuando un Estado, como el usurpador, vulnera el principio de legalidad y pierde el control de sus actuaciones, abiertamente, estaría violando la convención americana sobre los derechos humanos. No se puede abandonar un grupo de ciudadanos habitantes de un país libre y soberano que existe, resiste y persiste. Esta vez es la organización de los derechos humanos quien debe recabar lainformación necesaria para continuar la denuncia ante los organismos internacionales competentes.

@freddyamarcano