El fascismo importado por el régimen de Maduro

Opinión | septiembre 2, 2020 | 6:20 am.

Cuando Maduro y sus acólitos tildan a la oposición, alegremente y sin empacho alguno, de fascista uno se ve en la imperiosa necesidad de aclarar conceptos emitidos por panfletistas del régimen. Ellos pretenden hacer creer a la opinión pública que su revolución socialista, marxista-comunista y mal llamada bolivariana está enmarcada en las necesidades de las políticas sociales que amerita el país.

Comenzaremos por referir que el difunto hijo de… Sabaneta fue un fiel ejecutor de lo que su mentor en cuestiones ideológicas Norberto Ceresole, puso en marcha al inicio de la llamada revolución bolivariana para llevarla a cabo y que hasta ese momento aún no se denominaba Socialista del Siglo XXI. El sociólogo argentino tuvo marcada influencia en los inicios del gobierno con su llamada noción de caudillo- ejército- pueblo, que por cierto ya había sido esbozada dentro del chavismo por J.R. Núñez Tenorio.

Ceresole sostenía la tesis de que “el modelo venezolano no se parecía a nada de lo conocido, aunque nos recuerda una historia propia, que generalmente hemos negado por nuestra anterior adscripción y subordinación ante los tabúes del pensamiento occidental-racionalista (marxismo incluido). Se diferencia del modelo democrático -tanto liberal como neo-liberal- porque dentro del orden popular (mandato) está implícita — con claridad meridiana — la idea de que el poder debe permanecer concentrado, unificado y centralizado (el pueblo elige a una persona que es automáticamente proyectada al plano de la metapolítica) y no a una idea o institución”. (sic)

Muchos se preguntarán: ¿ Y que tiene que ver Ceresole con el fascismo?. Ciertamente que nada. Salvo la similitud de sus dogmas filosóficos en los que prevalecía el Estado cívico-militar que a la larga marcaría una tendencia que hasta el día de hoy se observa en el gobierno chavista-madurista con el nazismo que trata de la ideología oficial del partido nazi, cuyo fundamento no tuvo excesiva elaboración teórica, por cuanto se apropió en gran medida de las ideas fascistas según las cuales el Estado, para reservar su cohesión y unidad, debía de ser totalitario.

La admiración por la fuerza bruta y el culto al jefe único fueron otras dos nuevas aportaciones del nazismo. La situación social y económica de Alemania después de la Primera Guerra Mundial y el oportunismo de Hitler hicieron el resto. Hitler y el Partido Nazi lograron un apoyo popular de gran magnitud como para animar a Alemania a lanzarse a la conquista de Europa, y en consecuencia a la Segunda Guerra Mundial. Algo así –salvando las distancias – como la pretensión del fallecido Hugo Chávez, de que con “la espada de Bolívar que camina por América Latina”, ganaría adeptos a su causa, gracias a las dádivas generadas por los ingentes recursos generados en aquel entonces por el petróleo venezolano.

Conviene advertir que desde sectores de izquierda, el nazismo ha sido denunciado como un producto inevitable del capitalismo y, sobre todo, como fruto de las tendencias imperialistas de los Estados más fuertes. Según estas impresiones, el germen capitalista que impregna la sociedad hace posible expresiones de este tipo amenacen cíclicamente a la humanidad, y quizás por ello escuchamos a diario por boca de los dirigentes del régimen, que todos los males que aquejan a los venezolanos, son producto del capitalismo salvaje impuesto por el imperio de los Estados Unidos. Es algo así como si a cada uno de los militantes del Psuv le hubiesen dotado de un “pendrive”, que lo colocan en su cerebro cada vez que necesitan despotricar contra quienes los adversan

Quienes pretenden hacer creer que la oposición es fascista están arando en el mar. Pero el pueblo está claro con su conciencia nacionalista y piensa por sí mismo. Está consciente además de su protagonismo en los procesos históricos, sociales, políticos, culturales y otros, en el marco y concepto de soberanía, legitimidad, supervivencia, economía y autodefensa, y por último despojada totalmente de prejuicios étnicos, religiosos y de cualquier otra naturaleza.

En esencia, la oposición no comulga con la teoría fascista de que la desigualdad de clases es natural y provechosa. Que las élites dirigentes son las que deben gobernar; que las libertades individuales no son derechos, sino concesiones que hace el Estado, siempre y cuando no sean perjudiciales; que el pacifismo no es sino una muestra de debilidad y que es necesaria la creación de un orden social jerárquico, entre otros puntos. Así actúo el fascismo y Mussolini fue su más fiel exponente.

He allí la diferencia entre una oposición nacionalista y un régimen fascista.

Como solía rememorar el popular refrán Chávez, y ahora imitado por su heredero del trono e hijo putativo: ¡ El que tenga oídos que oiga y el que tenga ojos que vea”

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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@_toquedediana