Venezolanos hoy luchan por supervivencia, no por democracia

Opinión | agosto 16, 2020 | 6:20 am.

El pueblo, entiéndase los 30 millones de venezolanos y no grupos que asumen su nombre, podría luchar masivamente y más activamente por tener una maravillosa democracia, y a la vez exigirle al gobierno, al partido gobernante y a la oposición, mejorar muchas cosas que no están bien en el país, pero el pueblo está demasiado ocupado en luchar todos los días por la supervivencia.

He escuchado a extranjeros y a connacionales que viven en el exterior diciendo que el venezolano se volvió cobarde o desinteresado ante la crisis de Venezuela, indiferente a la «situación país» e inclusive nos recriminan falta de acción o de protesta frente al deterioro general de la república. Pero ellos hablan desde la comodidad de una vida sin adversidades comparables a las sufridas por los valientes venezolanos que aún vivimos en la patria de Bolívar.

Compréndase la democracia en sentido amplio. Es decir, el sistema de funcionamiento de una nación en lo económico, lo político, lo social, lo jurídico, etc., para que todo funcione oyendo la voz del pueblo que es la autoridad suprema, según el derecho internacional y la Constitución Nacional.

Imaginemos entonces una nación dónde todo ciudadano se involucre en asuntos nacionales y trabaje colectivamente para resolverlos. Y un aparato burocrático que apoyara ese proceso con generosidad y amplitud (cero sectarismo y cacería de brujas).

En lo económico, inmensas masas populares podrían organizarse para ejecutar un plan científico nacional hacia la recuperación de la industria petrolera, vale decir, la principal fuente de recursos que posee el país, pero los venezolanos estamos demasiado ocupados en sobrevivir a problemas graves de luz, agua, gas doméstico, gasolina, entre otros servicios públicos deficientes que diariamente nos golpean.

En lo social, los hijos de esta tierra podríamos revivir el movimiento obrero y sindical, gremial, consejos de trabajadores, empleados, colegios profesionales y hacer fuerza para que el gobierno homologue el sueldo mínimo mensual a $1,9 y llegar a $60 al mes (como punto de partida a cifras más altas), para así cumplir con criterios de la ONU, porque cuando normas internacionales son más favorables que las nacionales, las primeras adquieren valor supraconstitucional y su acatamiento es obligatorio para Venezuela. Sin embargo ese gran movimiento humano por reivindicar el estudio y el trabajo como motores del desarrollo nacional y de la dignidad del venezolano no florece en esta época porque el pueblo está sumergido en sobrevivir con menos de $2 al mes y anda demasiado atareado en hacer magia y otros trabajos paralelos para obtener comida, medicinas y etc.

En lo jurídico, podría hablar de división de poderes, de una futura Constitución que debe ponerle límite a la duración de toda Constituyente que nazca pues mandato ilimitado o autotutelado sólo se vale en monarquía.

Podría comentar sobre que el único ente supraconstitucional es el pueblo. Que la crítica al gobierno debe ser clasificada y no satanizada sin distingo. Hablaría en TV, radio y web de la diversidad, la pluralidad, el debate abierto, el reimpulso del poder comunal, el respeto al debido proceso constitucional. Tantas cosas que alimentan una democracia y que pueden mejorarse en Venezuela pero yo también ando ocupado sobreviviendo a la persecución política, a la incitación al odio, al veto pero sobre todo a la apocalipsis económica que, unida al bloqueo estadounidense, ataca en tiempos de coronavirus con más rigor a los ciudadanos de a pie, más aún a los que no transigen a la adulancia, la mediocridad y el oportunismo.

Difícilmente los «cheerleaders» que aplauden fallas burocráticas por su afán de trepar a cargos o preservarlos, podrán dar lecciones de socialismo a quien suscribe, marxista desde la cuna.

Si realmente anhelamos una democracia óptima para el país, es decir, la felicidad de todo el pueblo, urge que los que tienen poder político y económico contribuyan a que la supervivencia humana esté garantizada y que obtenerla ya no implique una titánica lucha existencial como acontece en esta época. Necesitamos salvar la vida propia para poder salvar al país. Muertos no salvaremos a nadie. La verdad siempre es revolucionaria.

jesusmanuelsilva.blogspot.com