El culto a la personalidad en dictadura

Opinión | mayo 14, 2020 | 6:16 am.

Según estudiosos de la psicología, “la manifestación de esos cultos aparece con la veneración del líder como un ser omnisciente, todopoderoso, como un genio benigno y universal. El culto se esfuerza por conferir cierto significado trascendente en el momento presente de la historia… Los cultos al líder intentan crear un punto de referencia de todo el sistema de creencia, centrado en un hombre que viene a ser la encarnación pura de la doctrina. El sistema de esta creencia aspira a la universalidad; y las excepciones a esa regla son inherentemente subversivas a la autoridad del culto, por lo que no deben ser aceptadas”.

El pueblo venezolano ha observado que luego de la exequias hace siete años de Hugo Chávez persiste el propósito de los personeros del gobierno de crear un sentimiento de admiración y adoración hacia el hijo de… Sabaneta, mediante un mecanismo con fines manipulativos y sectarios, y sin ningún estupor y muy al estilo de los dictadores europeos, asiáticos y árabes arropado bajo un manto de ideario o moralidad.

Fenómenos como el culto al Faraón egipcio o el estatal al César en el Imperio romano (46 a. C.), o el de la Alemania nazi con Adolf Hitler o el de Irak de Saddam Husein, persiguieron el propósito antes indicado.

Veamos lo que sucedió con el testamento de Lenin quien expresó sus deseos de ser enterrado en Petrogrado, cerca de la tumba de su madre. Pero fue Joseph Stalin quien se empeñó en conservar el cuerpo del líder ya que, para probar que el “leninismo” estaba vivo y que se preveía un largo porvenir, requería un cuerpo expuesto embalsamado que hiciera las veces de emblema de la revolución. Poco antes, en 1922, el sarcófago de Tutankamón había sido hallado. Así, el embalsamamiento de Lenin estuvo inspirado por ese fabuloso descubrimiento que renovó el entusiasmo por el mundo faraónico. Paralizado y privado del habla, Lenin pidió cianuro para morir, pero Stalin no quiso proporcionárselo.

Las últimas notas de Lenin revelan su preocupación porque el rumbo popular de la revolución podía derivar en una tiranía. Lo desesperaba el sendero que estaba tomando “el proceso” y veía como fruto de una monstruosa equivocación el destino del socialismo en una Rusia atrasada, sin proletariado fuerte. Apenas muerto en 1924, se procedió a convertir a Lenin hombre en Lenin dios. Este teatro político, y mucho más, es relatado por el historiador británico Orlando Figes en el libro “La tragedia de un pueblo: la Revolución rusa, 1891-1924”, del que Eric Hobsbawm calificó como la mejor interpretación de ese acontecimiento.

Lo revolucionario no está exento de lo macabro y del oportunismo. El cerebro de Lenin fue retirado, fragmentado en 30 mil segmentos que fueron guardados en placas de vidrio y enviados al Instituto Lenin para que los científicos trataran de revelar “la sustancia de su genio”. La misión era demostrar que Lenin era un superhombre que se hallaba en un estadio superior de la evolución humana. El cadáver embalsamado fue útil para legitimar el oprobioso régimen autocrático de Estado unipartidista, sistema de terror y culto a la personalidad.

En 1994 se conocieron los resultados de esos exámenes: el cerebro de Lenin era como el de cualquier otro simple mortal.

Los voceros del oficialismo – con Maduro a la cabeza – siguen empeñados en querer que el pueblo venezolano digiera sus mensajes, por lo demás- llenos de agresivos contenidos, utilizando la teoría del dibujante norteamericano Matt Madden, quien dice que “se puede contar una misma historia como mínimo unas 99 veces”.

¡ Chávez vive….!, pero en la memoria de millones de venezolanos que lo repudian, por todo el daño que le ha hecho y sigue haciendo al país con sus conmilitones…

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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