Doña Rafaela y los Reyes Magos

Opinión | enero 11, 2020 | 6:22 am.

En una hacienda cafetalera en San Antonio de Capayacuar estado Monagas, el 6 de enero de 1929, día de los Reyes Magos, nació una niña que la bautizaron Carmen Rafaela Benítez Brito. Sus padres fueron don Francisco Benítez y doña Edmunda Brito. Era la novena de diez hermanas, su infancia y niñez transcurrió en la finca recogiendo café, haciendo las labores propias del campo, ahí la vida siempre ha sido difícil, en esa época más. La situación económica era menguada, pero don Francisco era laborioso y trabajo duro para sacar adelante y levantar su familia. Era un hombre de confianza de la familia Blanco, hacendados cafetaleros. Producto de su trabajo don Antonio Blanco hermano del poeta Andrés Eloy Blanco, le dio en pago la hacienda de café que vieron nacer a sus hijas. Era la época del general Juan Vicente Gómez.


Un día de 1936, el imponente rio Colorado que su caudal de agua bravía desemboca en el rio Guarapiche, le entra una aguada en las cabeceras y toma una crecida que arrasó todas las haciendas y sembradíos de la zona. La finca de Francisco Benítez se acabó, se impuso la naturaleza y quedó bajo las aguas. Rafaela evocando el pasado recuerda esos episodios con mucha tristeza por lo que le tocó vivir siendo una niña, pero dándole gracias a Dios por todo lo que le ha permitido vivir, sus hermanas la rescataron cuando la corriente de agua se la llevaba.

Tres días caminando de San Antonio a Maturín

Tenía siete años cuando la tragedia le cambió la vida. Hoy a los 91 años recién cumplidos sigue caminando con la mente lucida, dice: “Yo, mi mamá y mis hermanas, para no morir ahogadas en el rio, subíamos a los arboles y pasamos varios días refugiadas en un caney. Estábamos aisladas. Todo era agua, Papá logró rescatarnos con una curiara”.

“Cuando a mi mente afloran esos recuerdos lloro. Aun hoy no sé si de tristeza o de alegría porque si eso no hubiese sucedido no estaría aquí”. Lo habían perdido todo, solo les quedó lo puesto. Su padre les dijo: “aquí se queda todo. No podemos luchar contra los designios de Dios, vamos a Maturín, comencemos de nuevo”. Emprenden una caminata durante tres días, llegaron al pueblo de Quiriquire, pasaron por Miraflores donde vivía su hermana mayor Edmunda casada con el turco Esmeja, un hacendado. En Maturín su papá compra un ranchito de palma por 40 bolívares, poco a poco las cosas comienzan a mejorar y se mudan a la calle Arrioja, cerca de la plaza Ayacucho, luego al barrio Campo Obrero cerca de la Catedral.

Rafaela narra los recuerdos de su padre. “Papá en la travesía nos daba ánimo. Vamos a Maturín. Tienen que estudiar y trabajar para salir adelante. La naturaleza quiso que saliéramos del monte. Allá se quedó toda nuestra vida de trabajo. Nos cansábamos, llorábamos mucho, era muy fuerte la caminata, en el día el sol inclemente, en la noche los chubascos de la lluvia, teníamos que guarecernos en las casas del camino, éramos muchos pero los pocos habitantes nos ayudaban, eran solidarios”, “desde ese momento aprendí la lección, hay que compartir y ayudar y hacer el bien a todo el que pueda, así ha sido hasta hoy”.

Maturín cambio su vida

A los ocho años comienza a estudiar la primaria en la Escuela Pedro Gual frente a la plaza Ayacucho. A los dieciséis años se gradúa de Normalista (Maestra) y comienza a ganar 250 bolívares mensuales. Ahora todo era distinto.

Fue maestra en el pueblo de Campo Alegre, caminaba dos horas de ida y dos de vuelta. A los 22 años se fue a dar clases a Caripe El Guacharo. Allí conoció a un hacendado cafetalero, se despertó el amor y se le entregó en sus brazos, comenta con picardía que fue un amor fugaz que le dio como fruto su primer hijo, Carlos. Por desavenencias prefirió regresar a Maturín y olvidarlo, y eso hizo. Entendió que su vida no estaba allí. Regresó a la casa de sus padres con su muchacho a cuesta, donde tuvo todo el amor, el apoyo y la comprensión familiar que hasta el sol de hoy sigue siendo el eje y el pilar fundamental de su existencia. Ha dicho: Maturín cambió su vida.

Un margariteño en su camino

Rafaela sigue siendo una mujer elegante que aun hoy, con el correr de los años, conserva el glamour, siempre vestida de punta en blanco. En 1953, era una moza rozagante con 24 años de edad, con muchos pretendientes que le regalaban flores y la cortejaban, sonríe cuando recuerda las serenatas que le llevaban. El país vivía bajo la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, los partidos políticos estaban ilegalizados, los dirigentes unos en el exilio, otros en la clandestinidad o en la cárcel de Guasina. Ese año conoce a Emiliano Valdez, un margariteño de la avanzada de Acción Democrática, ahijado de su paisano y líder Luis Beltrán Prieto Figueroa, amigo y compañero de los adecos don Luis Alfaro Ucero; Benito Pereda; Domingo Urbina Cabello; el “Catire Abreu” Luis Gómez, todos fundadores de AD.

Emiliano y mis hijos han sido mi vida

Emiliano era un hombre encantador, buenmozo, enamorado. Era un galán, un caballero, sus gestos, sus acciones me enamoraron desde el primer momento. Recuerdo que Emiliano, cuando se refería a ella, lo hacía con ternura, siempre decía desde el primer día que conocí a esa mujer me gustó, no me fue fácil, me atendía en su casa, era de poco salir y eso me gustaba más. Ella tenía sus razones, pero un día me aceptó y nos quedamos para siempre.

Rafaela y Emiliano formaron un hogar con gran esfuerzo y dedicación. De esa unión nacieron siete hijos (Mario Emilio, María Amparo, José Miguel, Carmen María, Rosa Lolike, Gustavo Rafael y Francisco Javier). Como casi todas las familias de nuestros pueblos que vienen de abajo con espíritu de superación, y se levantan con ahinco. Esta familia también es así. Todos su hijos son hombres y mujeres de bien, que han formado sus hogares y educado a sus hijos con los principios y valores que recibieron en la casa materna.

Emiliano fue un hombre honesto, buen padre, Masón, fue Venerable Maestro que alcanzó lo máximo de la masonería Grado 33. Hace 20 años falleció en los brazos de su mujer. Dios lo tenga en su gloria.

Esa matrona con orgullo puede decir “que valió la pena su esfuerzo, que las crecidas de los ríos, las largas caminatas y las penurias pasadas fueron recompensadas con el tesoro que acumuló. Sus hijos, todos estudiaron, son profesionales en diversas disciplinas. La mayoría de sus nietos tiene catorce, han continuado la senda de sus padres, con gran esfuerzo y espíritu de progreso estudian y trabajan, unos en el País, otros en Bélgica, España, Londres y Estados Unidos. Emiliano y mis hijos han sido mi vida, doy gracias a Dios, lo he dado todo por ellos, dice.

San Antonio de Capayacuar y sus bellezas

San Antonio fue fundado en 1713. Forma parte del municipio Acosta, del estado Monagas, está ubicado al noroeste, cerca de Caripe. El clima se mantiene frío en todas las épocas del año. Está enclavado en el macizo montañoso del Turimiquire. Es un pueblo soñado, rodeado de montañas sembradas de hortalizas y verduras. Entre sus atractivos turísticos se encuentra el río Mapurite, considerado el río más corto del mundo con 13 metros de largo, inscrito en el Libro Records Guiness. La Iglesia colonial fue construida el año 1795. Alejandro de Humboldt en 1799 recorrió esas tierras y conoció esa hermosura de iglesia. La bautizó como “El templo de las dos torres construidas con ladrillo, adornadas con columnas de orden dórico, es toda una maravilla”, dijo. Siempre ha sido una zona cafetalera por excelencia.

Bendición Madre Querida

Esta preciosa mujer de quien les escribo es mi madre. No tengo como agradecerle ni retribuirle lo que ha hecho por nosotros. Recuerdo que a mis 17 años, siendo estudiante del Liceo Miguel José Sanz en mi natal Maturín, por las manifestaciones estudiantiles me hizo preso la Disip. Ahí estaba ella con el poeta Ramiro González y los doctores Miguel Gómez Núñez y Cesar Suppini defendiendo a su hijo y pidiendo su libertad. Defendiendo sus derechos. Su casa en los años 1970 y 80 era como una embajada donde pernoctaban las madres de los presos políticos que venían del interior a visitar a sus hijos que estaban en la cárcel de La Pica. Por allí pasaron los lideres de la izquierda de la época Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Germán Lairet, JVR, Caraquita Urbina, Alí Primera, Felipe Mujica, Hugo Negretti, David De Lima y la mayoría de los dirigentes estudiantiles, tantos otros, era como una parada obligada pararse a saludar a Rafaela y Emiliano.

Hoy, a los 91 años te conservas lúcida, con una sonrisa en los labios. Todo mi respeto y toda mi admiración. No solo por tu belleza y ternura, sino por lo que haces siempre en las cosas más sencillas de la vida. Tú estas ahí, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra.

Bendición Madre Querida. Que Dios y la Virgen te sigan acompañado, para seguir compartiendo contigo y escuchar tus sabios consejos.

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