Caos institucional

Opinión | diciembre 2, 2019 | 6:25 am.

Es infinita la angustia que nos embarga frente a la pavorosa crisis institucional que nos aplasta. FANB, TSJ,CNE, Fiscalía y el resto de entidades públicas en manos del régimen, aparecen como instituciones excluyentes, conspiradoras contra los valores de libertad, democracia, confianza, responsabilidad y respeto. Su objetivo es contrario, opuesto a las esperanzas y metas de los ciudadanos. En medio de esta oscuridad, la experiencia boliviana ha sido contundente, los ciudadanos conservaron su fe en el poder electoral y las instituciones los respaldaron cuando rechazaron el fraude de Evo.

En nuestro patio vemos a Vladimir Padrino en una actitud desquiciada llamando a otros ejércitos a no enfrentarse a los pueblos, mientras la prensa informa que aparentemente el DGCIM ha participado en las masacres ocurridas contra el pueblo Pemón. Viene a nuestra memoria el capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo demolido internamente por las torturas efectuadas desde esa dependencia del ministerio dirigido por el mismo Padrino. “Soldados de Latinoamérica no gasten balas” y él está matando, no masacren al pueblo y él lo hace fríamente.

El TSJ y el CNE se colocan totalmente de espaldas al pueblo, solo representan a la tribu que aspira implantar el socialismo, cueste lo que cueste. Son expresiones del caos institucional que impide que los venezolanos recuperen su libertad, el crecimiento, el camino para lograr la prosperidad que es posible alcanzar. Las instituciones políticas con excepción de la Asamblea Nacional se exhiben como organizaciones para excluir, dividir, separar, justificar el crimen, el genocidio y la expoliación de los recursos del país. No es nada nuevo, no es descubrir el agua tibia, pero a veces es necesario un llamado a la cordura, es muy distinta la actuación de las instituciones bolivianas a la asumida por el CNE, el TSJ, las FANB. Culpabilizar al liderazgo por el caos institucional es no entender las fuerzas que se mueven para sostener al socialismo del siglo XXI en el poder, el control de los recursos, el poder militar y policial que los respalda.

Si los venezolanos no hubiésemos acudido a vota y elegido la actual Asamblea Nacional hoy sin duda seriamos una nueva Cuba, hambreada, reprimida y con una actitud displicente del mundo que no comprendería porque si somos una mayoría que aspira a la democracia no ejercemos nuestro derecho a votar. Si nos roban, intentan cometer fraude en los próximos procesos electorales, pelearemos, esta vez con todas las de la ley de nuestro lado.

La única posibilidad de enfrentar la crisis institucional es ejerciendo nuestro poder electoral, no hay otra forma, es un discurso vacío proclamar que el pueblo boliviano logró expulsar a Evo por sus valor, su arrojo, condiciones que evidentemente existen, pero fundamentalmente pudieron destituir al tirano delincuente porque ejercieron su poder ciudadano a elegir, reclamaron el fraude y los acompañaron sus Fuerzas Armada y su Tribunal Supremo. Es muy difícil entender que aún se mantenga que no participaremos en elecciones, siendo la más certera arma que tenemos para entrar en el corazón de la pelea que permitiría deponer a Maduro.

Solo podemos luchar contra el caos institucional ejerciendo el derecho a votar aun teniendo conciencia de que la probabilidad del fraude es casi total, pero también tenemos que reconocer que la probabilidad de ganar la pelea frente a un fraude electoral son abrumadoras. En primer lugar genera la oportunidad a las instituciones de cambiar su posición, si los resultados son aplastantes le sería bastante forzado, casi imposible, a Vladimir Padrino seguir con su discurso comunistoide, mientras se llena los bolsillos de dinero de los venezolanos. Además, se crea por primera vez la oportunidad para que los soldados, gente de origen popular, creyentes en la democracia puedan emerger, rechazar el fraude y buscar medios para legitimar su institución que durante los últimos 20 años ha permanecido como una comparsa, corrupta, traidora de las aspiraciones de los venezolanos y de lo establecido en nuestra Constitución.

Lo mismo podría ocurrir con el CNE sabemos de fuente cierta que la mayoría de sus trabajadores son contrarios a la manipulación y al intento de cometer fraude, es harto sabido que sí existe un núcleo muy preciso responsable de la violación de los resultados, una votación masiva sería el mejor antídoto contra toda manipulación de resultados que sin duda serian respaldados además por su honesta mayoría de trabajadores. Es el momento de provocar las condiciones que nos permitan el gran cambio y ese está en nuestras manos: Votar y defender nuestra decisión.