
Se confirmó que fue debido a enfermedades que contrajo durante su estadía en ese penal. ¿La razón? Su hermana en una entrevista al diario La Prensa de Lara la dejó clara: “Se enfermó por la comida que les dan en el penal”.
Su crítico estado lo llevó a ser internado en Emergencia del Hospital Central Antonio María Pineda luego de llegar “prendido en fiebre” y con deshidratación.
Ella indicó al referido medio lo que Giménez le comentaba sobre la alimentación que les suministraban en Uribana. “Decía que la comida llegaba con patas de cucarachas y a veces con gusanos. El arroz puro y arepa pura era parte del menú diario que le servían a los presos”.
Por eso el reo, número 11 en perecer en centros penales de la entidad centro-occidental por enfermedades contagiosas, llegó a la conclusión de no querer “comer en la cárcel porque me podía morir”.
Su hermana estimó que rebajó 40 kilos en su peso corporal, ya que tampoco llegaban los alimentos que sus familiares le cocinaban.
También denunció que ante el cuadro de desnutrición que presentaba Giménez, decidieron enviarle medicamentos al penal, pero no se los suministraron al momento, sino cuatro días después, lo cual precipitó su enfermedad, que lo llevo a ser trasladado de celda el 2 de febrero, para ser regresado horas después.
Arrestado por integrar un movimiento de “resistencia” denominado “El Cardenalito”, los cuales se apostaban al este de Barquisimeto durante las manifestaciones de hace un par de años, las cuales eran las más fuertes de esa ciudad y donde tanto la policía regional, nacional y la Guardia Nacional reprimían con mayor fuerza, según relató la ONG Una Ventana a la Libertad.
Fue imputado, después, por terrorismo. Y aunque el caso, destacó la organización, era llevado por el Tribunal de Violencia en Lara, no tuvo una audiencia mientras estuvo vivo.
Recluso en Uribana, sus familiares avisaron constantemente de las insalubres condiciones que posee ese penal, donde aseguraron que la cocina “es un chiquero”.